En el año 480 a.C. trescientos espartanos se prepararon para morir en el paso montañoso de las Termópilas.
Sabían lo que les esperaba, oleadas de soldados de infantería enemigos decididos a seguir su camino a cualquier precio; hombres de tierras tan lejanas como la India, Egipto e Irán que habían sido reunidos en este lugar por el rey de Persia, el hombre más poderoso del mundo.
Los espartanos y un grupo de aliados dirigidos por el rey Leónidas murieron en una demostración de coraje y destreza militar. Sacrificaron sus vidas para salvar a Grecia de la ambición de un tirano extranjero, si bien su muerte no significó en absoluto que hubieran ganado. Todavía habría de desencadenarse una de las batallas más famosas de la historia que acabó resolviéndose en el estrecho de Salamina y en las tierras bañadas en sangre de Platea.
Las guerras de Esparta
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